24 ene 2009

La cadena comercial, la globalización y el ministro ocurrente.

Se disparan los margenes de beneficios en la cadena de distribución para los intermediarios mientras el productor percibe prácticamente lo mismo.

Los márgenes comerciales llegan al 2.225 por ciento en el caso de los limones; y del 1.589 por ciento de las naranjas. El precio del cordero lechal y del cochinillo se multiplica por más de cinco veces desde lo que recibe el ganadero en el campo a lo que pagan los consumidores en las tiendas.


Por mucho se intente explicar, no veo por ninguna parte la vigilancia prometida por el Ejecutivo a la evolución de los precios, y menos, un serio argumento para inflar los precios de origen y el recargado margen de venta final.


La oratoria de ministros y asociaciones de consumidores encandila durante el corto espacio de tiempo que dura el discurso, después volvemos a las oscuras alas de la especulación.


Hace décadas que justifican el libre mercado como un sistema que funciona absolutamente necesario para la creación de empleo y riqueza. La competencia de precios no existe, las cadenas de distribución marcan sus ganancias, es más rentable pactar y disparar los precios que competir.


Empleo?

Más bien lo contrario, miles de pequeños productores abandona las granjas y venden las tierras de labranza porque no es rentable su explotación.

Aquí existe una lamentable contradicción. Trabajar el campo, la ganadería y la agricultura es un negocio para toda la cadena de distribución, sin embargo el precio pagado por el producto en origen no es rentable.


Distribución de riqueza?

Esto es lo que ocurre; toda la cadena de distribución recibe beneficios del trabajo del productor pero este, en algunos casos, no llega a cubrir gastos con el precio que le pagan los intermediarios, estos pasando de mano en mano, la mercancía, acaban inflando el precio hasta llegar al consumidor final.

El primer escalón de la cadena no tiene rentabilidad y termina por abandonar el oficio ante la desidia de las instituciones para regular el sector y las enormes dificultades económicas.

"Por el precio de un café se puede comprar al productor (agricultor), 3 litros de leche, 10 quilos de naranjas o 7 de zanahorias.”

Esta realidad es denunciada desde una organización agraria que pide precios justos para agricultores y consumidores.


Con este ejemplo, no es difícil entender la dura situación de los agricultores i ganaderos españoles. El Ministro Miguel Sebastián, nos pide que consumamos productos españoles, por valor de 150 euros al año, algo complejo en un mundo globalizado donde la marca habla tu idioma y el producto es del exterior, con ese consejo pretende que los consumidores ayudemos a la economía local, para salvar la destrucción de 120.000 empleos. Sr. Ministro mejor trabaje para que podamos consumir productos de nuestra tierra a un precio justo.


Es un buen momento para que, además de dar consejos, se pongan “manos a la obra” para regularizar este abuso, se conseguiría un precio justo para productor y consumidor observando en que punto de la cadena entra en marcha la maquinaria de la especulación, y en caso necesario intervenir, en situaciones de despotismo comercial.


Las causas de la diferencia de precios de origen y los que paga el consumidor, se han desmontado; el precio del combustible ha bajado, los gastos de distribución se han reducido por la competencia, manipulación y salarios son más bajos en comparación a la subida del coste de la vida y precios, sequias, malas cosechas y exceso de demanda y poca producción no encajan en una sociedad que consume productos de temporada durante los 365 días del año.


Además que puede encarecer el precio de una lechuga desde la huerta del Prat de Llobregat hasta el Mercado Central de Distribución “Mercabarna” situado a escasos kilómetros del campo de recogida. Algunos productores han abierto puntos de venta directos al consumidor, los clientes cargan cajas repletas de productos frescos a precios más que razonables, señal de se benefician ambas partes.


Es tema es lo suficiente grave para pedir que se acabe con los abusos de la cadena de distribución. Urge una actuación para proteger la agricultura y ganadería, motor económico y medio de vida para mundo rural, además de ser los proveedores de alimento para las zonas urbanas son un importante número de personas que generan empleo. Un empleo desvalorizado por la baja rentabilidad.


Hay intermediarios que se están "forrando" a costa de agricultores, ganaderos y consumidores.Con lo que vale un café en un bar, se le puede comprar directamente a un productor once kilos de naranjas; o nueve de limones; tres de manzanas; o tres litros y medio de leche.

Los ciudadanos pedimos que se dejen de recomendaciones y se pongan a trabajar con actuaciones tangibles.



1 comentario:

  1. Eso de las manos a la obra no les va, mejor vivir del cuento y que otros pongan las manos en la obra. Por cada productor hay cuatro chupópteros. Vivimos en el país de nunca jamás.

    Un saludo

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